El
asociarse con personas de palabras que terminan en acciones puede no ser bueno,
cuando esas palabras son proferidas con malicia, sin piedad por el prójimo y
carente de honorabilidad y respeto , por los que escuchan las sartas de
sandeces proferidas.
Como
corolario a lo proferido tenemos la
desestima de nuestra reputación dentro de personas pudientes y alta estima
dentro de lo Divino.
No
demuestra autoridad quien con insultos dirigido, a otros reprende pública mente sino más bien
evidencia falta de carácter y baja calidad moral.
Así mismo
quien entabla una conversación con pobre léxico, que no tiene alternativa que
recurrir a lo soez y vulgar sin saber poner freno a su lengua y tener estima de
a quienes se dirige con sus palabras.
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