Cuando algo
llega a nuestras manos para realizar, pronto lo enfocamos dentro de nuestros
requerimientos y necesidades, sin querer ver a los que nos rodean, por si esas
habilidades han llegado para satisfacer
requerimientos de nuestros prójimos.
Manifestando
la bondad y obteniendo los frutos generados por nuestra conducta de bondad, es
seguro que no siempre llegará a nosotros esos frutos, por manos de quien
recibió la acción y tampoco en el tiempo supuesto, sino por los medios menos
esperados y en un tiempo oportuno.
Aquí
interviene nuestra paciencia y discernimiento para saber decir cuando no a una
petición y cuando decir adelante.
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