Nuestro
carácter de vida debe imitar al que nos modelo un estilo de vida digno de
merecer abundancia, larga vida y paz, que no es precisamente la forma donde por
doquier obtenemos adversidades y reveses
como consecuencia de las acciones injustas, falsas y egoístas.
No queremos
recapacitar en retomar el camino de justicia, verdad y bondad el cual está atente en la conciencia nada más
permitamos hablar a esa voz por, el cúmulo de acciones justas obteniendo
discernimiento para distinguir las voces que nos hablan que pueden ser:
La de Dios,
basada en la rectitud y bondad.
La de
nuestro egocentrismo, basada en el
bienestar propio sin atender a quienes se daña, con la obtención de ese confort.
La que
prestamos más atención por estar adecuada a nuestras apetencias y deseos, que
nos seduce inclinarnos hacia lo procedente de maldad.
De estas
tres voces la única que produce vida es la primera, la segunda solo tranquiliza
temporal mente y la tercera nos sumerge en cárceles de esclavitud en seguir
accionando para nuestra destrucción.
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