Cuando
nuestras acciones llevan el propósito de ejecutar justicia, rectitud, y verdad
no damos con impedimentos que a tracen; más bien alicientes para atender y
maximizar nuestros frutos.
Es claro
que en el momento no comprendemos, tal situación menos cuando hemos dejado a un lado la
justicia, verdad y bondad; no llegando a comprender que la práctica de estas
cualidades son las que darán un impulso a nuestro estilo de vida.
Si cada uno
comprender que para cambiar el mundo, es necesario empezar por la conducta
propia, no parece aliciente para retomar el camino de la única verdad
abandonando la corrupción, robo, violencia y egocentrismo.
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