viernes, 1 de febrero de 2013


Si fuera verdad la evolución, sería difícil explicar la inteligencia que diferentes  especies manifiestan.

No fue sino hasta el siglo XIII que los navegantes empezaron a usar brújulas, a base de agujas que flotaban en aceite. Pero las bacterias, los animales y los pájaros, tienen en sus cerebros, unos pedacitos minúsculos de magnetita (una piedra magnética natural), que les ayudan a guiarse en sus viajes. ¿Cómo puede ser esto posible? ¿De donde vinieron tales piedras? ¿Cómo las usan para orientarse y guiarse? Sólo Dios.

Los pájaros llenan diferentes nichos en el ciclo vital. Los trepadores se alimentas de la corteza de los árboles; hay otros que descendiendo en sentido contrario, también se alimentan de corteza; los pájaros carpinteros se alimentan perforando la corteza de árboles y ramas; y hay otros pajarillos que se alimentan de los pequeños brotes y hoja al final de las ramas; y otros más, que se alimentan de mosquitos sea que estén parados en las ramitas, o en pleno vuelo.

El murciélago Craseonycteris thonglogyal, pesa sólo 0.06 onzas, y sin embargo, tiene los múltiples y mismos órganos especializados que todos los demás mamíferos tienen. ¿Cómo pudo ser esto? Definitivamente, la evolución no pudo haber logrado algo así.

Hay un pajarito, llamado Blackpoll Warbler, que aunque pesa sólo tres cuartos de onza, aún así, dos veces al año, vuela sin detenerse y durante 4 días y 4 noches, a través de una distancia de 2,400 millas [3,862 Km.]. Y que estos pajaritos pasan el verano en Alaska, y luego, en el otoño, en un sólo día que parece ser que todos ellos conocen, inician su vuelo hacia el este hasta llegar al norte de Nueva Inglaterra, desde donde se lanzan en un vuelo sin escalas y sobre el océano. Ahí, primero se elevan a hasta alcanzar unos 20,000 pies (6,096 m.) de altura, y se separan unos de los otros. Aunque su intención final es llegar a Sudamérica, al principio se enfilan rumbo al África. Y ¿Cómo le hacen para mantenerse cálidos a tal altura? Además, tómese en cuenta que también a esas alturas, hay muy poco oxigeno para respirar, y volar con sus pequeñas alas batiéndose en contra de una atmósfera tan adelgazada, es mucho más difícil. Sin embargo, ellos siguen adelante, y sin nada que lo guié, sobre un océano sin rutas marcadas, y bajo un sol y estrellas muchas veces ocultos tras un cielo nublado, son capaces, en cierto momento, de reconocer cuando se topan con un viento que solo sopla a esas alturas y cambia su dirección para dejarse impulsa por esa corriente, hacia América del Sur.

No tiene ni mapas, ni nadie que le instruya sobre la dirección que debe seguir. Bueno, dirá usted, tal vez ya había hecho ese viaje antes; pero no, pues muy posiblemente es uno de los pajaritos que apenas nacieron en Alaska hace unos meses, y que nunca recibieron de sus padres, instrucciones sobre lo que debía de hacer. Sin embargo, sólo y separado de los demás pájaros, él puede seguir con éxito su vuelo, aunque no puede, ni detenerse a descansar, ni comer o beber; tampoco puede aterrizar temporalmente en el agua, porque se ahogaría. Aún así, este pajarito, no sólo llegará bien  al sur, sino que en la siguiente primavera, volverá a volar, sin muchos problemas, de nuevo hasta Alaska.

Muchos otros ejemplos se podrían citar. Uno de ellos es el de un pájaro bronceado de Nueva Zelanda que después de abandonar a sus pichones, emprende el vuelo. Para marzo, sus pichones, ya suficientemente fuertes como para volar, deciden seguir a su madre, y tomando su misma ruta, a través de 1,250 millas sobre el mar, vuelan con rumbo al norte de Australia, y luego, siguiendo con rumbo a Papúa, en Nueva Guinea, continúan su agotador viaje hasta llegar al Archipiélago de Bismarck, donde completan su migración a través de un total de 4,000 millas.

El pájaro Mallee vive en el desierto de Australia. En mayo o junio, el macho con sus uñas, hace un hoyo en la arena del tamaño exacto: como 3 pies (1 m) de profundidad y 6 pies (1.8 m) de largo. Luego, lo llena con hierba que a medida que se descompone, se va calentando, y espera pacientemente hasta que llueve. Esto, incrementa en el fondo del nido, la temperatura hasta más de 1000o F (380o C), por lo que nuevamente espera a que baje hasta 920 oF (330 o C). Tan pronto se alcanza la temperatura correcta, el pájaro llama a su pareja, se aparean, y ella pone un huevo al día por 30 días, y luego se va. Es entonces que el macho cubre los huevos con arena, y continuamente, durante 7 semanas, verifica la temperatura con su asombroso pico termómetro, pues no puede permitir que la temperatura suba o baje ni siquiera un grado. Si se enfría por la noche, el le amontona más arena, y si se calienta demasiado durante el día, el retira algo de arena. A la hora de nacer, los polluelos rompen su cascarón y se arrastran gateando hacia arriba y a través de unos 2 pies (66 cm) de arena, llegando hasta la superficie, donde cada uno de ellos ya es capaz de volar y bastarse por sí mismo, pues ni el papá ni la mamá, les prestan atención o entrenamiento alguno. Sin embargo, al crecer ellos hacen lo mismo que sus padres.

¿Saben ustedes que son los “Riblets” no son animales, pero las Aerolíneas en Norteamérica están ahorrando hasta 300,000 dólares al año gracias a ellos? He aquí la historia al respecto: Los científicos de la NASA, se propusieron averiguar cómo es que algunas criaturas acuáticas podían nadar tan rápidamente, por lo que estuvieron estudiando a varios peces rápidos, por algunos meses. Así, descubrieron que la fricción producida en el cuerpo del pez, al desplazarse por el agua, era tanta que debería frenarlos considerablemente, y que la cantidad de empuje que necesitaban generar, simplemente no estaba ahí. Así, tomando en cuenta la resistencia del agua y el movimiento de sus aletas, era obvio que había algo que le permitía al pez nadar más rápido que lo que correspondía a su esfuerzo.

Al fin, los expertos lo descubrieron: Eran los riblets, que son pequeñas salientes de forma triangular que se encuentran en la superficie externa de la piel. Estas sólo se encuentran en los peces que necesitan desplazarse rápidamente y nunca en los que no tienen tal necesidad. Se distribuyen de adelante hacia atrás, de tal manera que mientras el pez nada a gran velocidad, el agua que toca su superficie, se desplaza sobre estas salientes, disminuyéndose así la resistencia por fricción. El centro de investigaciones Langley de la NASA, desarrolló los riblets y los probó en su túnel de viento, para posteriormente, solicitarle a la compañía 3M que los manufacturara en grandes hojas de vinilo, las cuales fueron colocadas sobre la superficie externa de los grandes aeroplanos. El ahorro fue inmenso, puesto que ahora a las compañías aéreas les cuesta mucho menos en combustible, movilizar sus grandes aeronaves.

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