Existen
algunos argumentos dentro de variados ámbitos como decretar, profetizar, declarar,
apropiarse, que solo expresan deseos personales, sin identificar el propósito
de tal cúmulo de acciones.
Para que
estos términos lleguen a contener la fuerza, que se le pretende dar, debe
contener como base la justicia, verdad y misericordia de ninguna manera con el propósito errado de aflorar nuestro
deseo alejado el conocimiento de Dios.
Mismo
conocimiento consiste en la práctica diaria de la justicia, verdad y bondad y
no en horas dentro de un templo o al estilo de los religiosos mencionar a Dios,
sin atender sus reglas de vida abundante.
Tenemos el
inconveniente que el tumulto de acciones perversas y nefastas, que ejecutamos
alejado del propósito de creación impide poder discernir lo bueno cimentado en
Dios, de lo malo cimentado en nuestros deseos y apetencias que el diablo
aprovechará.
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